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VITOLIO TROZIDETROCI
Nos enteramos sin pretenderlo, de que íbamos a tener por vecino a un caníbal y no se trataba precisamente de un salvaje converso, rescatado de la barbarie ancestral por algún despistado misionero, sino de un auténtico antropófago de esos que se comen a la gente y luego piden más. Lo singular del caso, es que el caníbal en cuestión era un amable hombrecito de profesión arquitecto y autor, para más recochineo, de un libro de poesías. Tampoco se trataba del típico psicópata compulsivo que lo único que quiere es llenar la panza de continuo. ¡Oh, no!, él intentaba guardar la línea con mucho esfuerzo y sin resultado, de hecho era vegetariano...
¿Resulta increíble, verdad?, sólo que de vez en cuando pues... dejaba la abstinencia y se daba un atracón.
Yo no sabía, lo del vecino caníbal, pero si estaba al tanto de su existencia como personaje público a través de la prensa, la radio y la tele ya que un individuo semejante no puede escapar a la fama como ustedes comprenderán y uno tiene la cultura de la masa que sabe mucho en general y muy poco en profundidad. Ahora, lo que ni en mis más atrevidos sueños me hubiera llegado a imaginar es que iba a tenerle viviendo justo en el piso de arriba.
Cierto día fue Battyanna Rannera, la chica de al lado (siempre hay una chica de al lado máxime si la puerta de tu piso se halla situada a la derecha sobre la escalera y a la izquierda junto al sexto segunda) quien me llamó muy excitada por teléfono para soltarme la nueva... La canción de la manzana - www.ccgediciones.com